LA TEORÍA DEL ABISMO


.


"Si tuvieras que matar unos gatitos, ¿los meterías en una bolsa y los echarías al río o los espachurrarías contra la pared uno a uno?"

"Si tuvieras que elegir, ¿qué preferirías: apretar un botón y acabar con pueblo de 30.000 habitantes de, por ejemplo, Massachusetts [Mister and Miss EEUU not intencion ataquing your country, (hans) solo es una (thurman) hipótesis] o disparar a un bebé en la sien?"

En aquella época en la que yo no era la única de mi entorno, sino que otras hembras de la especie pacían conmigo en la gran pradera de la soltería, Paz y yo dedicábamos un sinfín de tardes a abandonarnos a la desidia y al llamado Muro de las Lamentaciones.

Horas de lloriqueos (las lágrimas de risa también cuentan) y conclusiones tan esclarecedoras como: Quiero un rollo de tres meses, ni un día más. 
Esa solía ser Paz, hasta que empezaron a salirle novios de debajo de las piedras.

Recuerdo especialmente un día, en el que además de hipótesis absurdas nos planteamos el tomar las riendas de nuestra vida sentimental y ¡oh, sorpresa! fue M&M quién le dio la respuesta a Paz con su Teoría del Abismo, en la que llegado a cierto punto sólo te queda saltar. Una vez suspendido en el aire tienes un margen de caída, en el que no ves el fin, hasta dar contra el suelo.

Sí, Paz es realmente fácil de convencer, pero así fue como perdió su miedo a las calabazas y saltó al abismo.

Una tarde, agitaba bajo mi nariz, el teléfono de un yogurín; la semana siguiente el yogurín nos invitaba a una fiesta y Paz y yo le robábamos queso rallado bajo la atenta mirada del gato, y horas más tarde yo compartía lecho con el gato (literalmente se durmió en mi útero) mientras ella se alojaba en la suite nupcial. Otro día se subía al coche de su gordo y al día siguiente me lo presentaba (¡tenía nombre y todo!). Un verano se fijaba en un tipo, y al año siguiente recorren km para verse.

Paz se sumaba así al carro de los huevos, ha saltado al abismo en muchas ocasiones y aunque haya tocado suelo, se ve que la caída libre merece la pena.

Tomo nota, gurú.

Publicar un comentario