RESTRICCIONES AL USO


.

Me llamo Tolerancia, Tolerancia Paradoja; o eso dije la última vez que bebí.
Y aun con todo, tengo prejuicios o sea que imaginad vosotros, resto de mortales.

Que sí los judíos originaron el capitalismo, que si las chicas son limpias y ordenadas... ¡haceoslo mirar!
No contentos con los prejuicios habituales, encima ponéis restricciones a vuestros hilos....¡a caballo regalado no le mires el diente, que algunas morimos de hambre!: que si su acento no me gusta, que si ve telecinco, que si es demasiado blanco, que si lleva una cadena, que si es canario (vale esta última soy yo...)

No es cuestión de juzgar las manías de cada uno, porque realmente todos reconocemos una serie de cualidades que nos echan para atrás a la hora de conocer a una persona. Hablo de aquellos rasgos que te causan reticencia a la hora de ligar (no de que conozca a alguien que no habla a nadie que vea telecinco).

De las 1.001 restricciones que mis chicas rebuscaron en lo más recóndito de su intransigencia yo no encuentro nada que realmente me convenza... (Más allá de las dentaduras incompletas... por muy regalado que sea, yo los dientes los miro, ¿qué se le va a hacer?)

¡Nadie puede ser tan tolerante!
Es más, nadie puede ser tan tolerante y tener la caja de hilos vacíos... ¡mi dentadura ya está completa, gñé!

DE CULO Y CUESTA ABAJO


.

-¿Por qué no tenemos historias qué contar?
-¿Cómo que no tenemos historias qué contar?
-Si juntas nuestras historias...
-...escribes un blog?

Una podría pensar - y pensó- que arpías, sabios y demás familia podrían haberse enfadado al ver sus nombres y anécdotas publicadas por ahí: pero lo cierto es que, a falta de pegas, me sobran los apoyos. Aunque no consigo que las arpías colaboren en un estudio de campo, otras se entregan a la causa. Así que esta entrada va dedicada a Julia que, aunque me ha abandonado vilmente física y sentimentalmente -la tía ya se está zurciendo calcetines con su nuevo hilo- aún se acuerda un poco de mí.

Creo que ya sé lo que se propone regalarme para mi 18 cumpleaños (puede que no cumpla 18, pero puesto que aún me los siguen echando, digo yo que podré creérmelo): una almohada culo. (En su otra versión, 'El Torso', espero)
Todo empezó con mi madre y su manía de llamarme culo o pellizcarme el idem, de ahí pasé a considerar culo como apodo cariñoso más interesante que neni o tron, y ahora, todo son culos, yo soy un culo, ellas más y ahora me los ofrecen.
Pregunta Julia: ¿nos hemos vuelto locos por un abrazo?
Contesta Lola: no recuerdo la última vez que me abrazaron... ¿tengo que esperar a mi cumpleaños para conseguir que un culo me abrace?