TARTA DE CALABAZAS


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TARTA DE CALABAZAS
Mi amiga Marianne dice ser una experta en calabazas. Yo me la imagino fácilmente envejeciendo con un pañuelo en la cabeza cuidando de sus cultivos, así que sí, me lo creo.
Hoy he tomado tarta de calabaza casera gracias a un amigo, Mauricio, que le ha regalado una de su propia cosecha a mi abuela. Mientras comía, no he podido evitar pensar en Marianne, según ella le han regalado muchas a lo largo de su vida pero ni dulces ni naranjas.

El otro día hablaba de los huevos de mi amiga Anne, Marianne no les tiene nada que envidiar. Desde bien jovencita Marianne le echaba huevos y le devolvían calabazas.
En su tierna adolescencia, Marianne reunió todos sus huevos y los plasmó en una carta –podemos imaginarnos el contenido de una carta escrita por una valiente adolescente de hormonas burbujeantes. El destinatario era un compañero de campamento que para desgracia de Marianne, ya había puesto todos sus huevos en la cesta de otra. ¿Quién? Ni más ni menos que Bonnie, Amiga de Julia y Marianne- y mía de paso.

A Bonnie le gusta Porter, a Porter le gusta Bonnie. Bonnie y Porter están juntos. Hasta ahí todo en orden, salvo ¿por qué nadie evita que Marianne envíe esa carta?
El mal está hecho. Porter la lee. Los amigos de Porter la leen. Bonnie la lee. Hasta Julia la lee. Y Marianne se entera finalmente de lo que se había estado cociendo. Vergüenza y calabazas. Porter contestó a su carta con unas hermosas calabazas.
Desde entonces las calabazas persiguieron a Marianne, algunas más grandes que otras, pero por suerte siempre ha logrado salirse con bien.

La semana pasada, hablé con Marianne y tenía la última de sus tartas de calabazas horneándose en la cocina. Había conocido a un chico: guapo, simpático, con el que compartía aficiones agrícolas. Me contaba que ya había habido tomate entre ellos aunque últimamente le notaba algo alejado (ya hablaremos sobre la necesidad de espacio),Marianne preveía unas calabazas inminentes que no tardaron en llegar.
El tío optó por apartarse poco a poco en vez de plantarle unas sinceras calabazas. Pero al fin y al cabo el mismo resultado: rechazo; sólo que además, la desvinculación alargó el proceso y la rayadura de mi amiga.
Marianne, calabaza mía, ya llegará alguno digno de llevarte al huerto. Aunque estoy segura de que aún tendremos nuevas entregas de aquí, mi amigo Naranjito.

Por cierto que este precioso dibujo se lo pido prestado a Sixcerezas 

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