EL ERASMUS


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Cuando mi hermana se fue con una beca a Bélgica, muy poca gente sabía o hablaba sobre el Erasmus. Pasaron los años y ahora parece una condición necesaria para licenciarse. Primero ella a Bélgica, luego mi hermano a Francia y años más tarde me tocaría el turno a mí, nada extraño teniendo en cuenta que he sido una experta en becas.
Lo primero fue elegir destino; en mi caso, el destino me eligió a mí. Hacer las maletas  y babum, nueva ciudad, nuevo todo.
Con el mito orgasmus en la cabeza una se podía esperar cualquier cosa. Lo cierto es que cada Erasmus es muy distinto aunque la constante es la vaguería, el alcohol y las rupturas.
De todas las parejas que me rodearon durante mi Erasmus (seguramente más de 10) sólo sobrevivió una, la de mi compañera de piso y su novio con nombre de elemento químico a los que tengo en el pedestal de las relaciones.
Dentro de las parejas Erasmus podemos distinguir dos roles, Ulises y Penélope, uno viaja el otro espera. Hubo de todo: parejas de ensueño que sobrevivieron la distancia pero no el regreso, Ulises que se dieron cuenta de que si Penélope decía ven no lo dejaban todo; Penélopes que cambiaron de rey/reina en ausencia de Ulises y mutuos acuerdos de ruptura.

Tenemos a Paz y a su gordo, aparentemente felices hasta que pasado febrero, Ulises-Paz decidió buscar más allá de Ítaca y encontró a un francés. Tenemos a Laura-Ulises enamorada de Mr Mundo Interior-Penélope, que en fin de año decidió visitarla para nunca más volver; tenemos a Blondie-Ulises y Percy-Penélope que duraron y duraron hasta que volvieron a estar juntos y rompieron; y por último, mi historia.
Aterricé soltera y entera, pero menos entera que de costumbre, un no-novio me no-esperaba también de Erasmus en otra ciudad. En mi camino se cruzó un guiri de lo más majo, que como se decía por aquellas tierras “me llevó al monte”. Soy muy dada a historias simples, pero me persiguen las complicaciones; así que mientras lidiaba por mantener mi relación sin compromisos con No-novio, él se empeñaba en salvar las distancias con toneladas de llamadas y postales; y mientras me metía en el fuego cruzado de tejos con el Guiri, irrumpía a la vez en un triángulo amoroso.
Resulta que le pisé el Guiri a una buenísima amiga que ya le había echado el ojo sin comerlo ni beberlo (bueno beber, bebí mucho ron).

Con el guiri todo acabó bien, amigos ante todo; con la amiga, en apariencia siempre estuvo bien, en el fondo nunca estaré segura (estos europeos que son muy fríos); y con no-novio, se hartó de que no le contestara las postales y me plantó (aunque cuando volvimos a Ítaca retomamos lo que teníamos, en términos de NO-novios, por supuesto).

Algunas fueron con novio y volvieron solteras, otras fueron solteras y regresaron novio, otras fueron solteras y volvieron idem y otras estamos SOMOS solteras.

No es por acojonar al personal, pero algo tiene el Erasmus en contra de las parejas; aunque mi teoría es que la epidemia sólo afecta a parejas que hacen aguas por algún lado.

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