A LA DERIVA


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-Michael, Michael, ven aquí! Tú también tienes que jugar con nosotras. Mi reina tiburón se llamará Rachel Rose, el tuyo tiene que ir a por comida, así que más vale que te des prisa....
-Una cerveza, por favor...

-Lo peor de una ruptura es cuando te das cuenta de que quieres romper...


Las conversaciones se entrecruzaban en la piscina de Pomene (Mozambique) mientras buscaba un tema sobre el que escribir. Normalmente hubiese tenido mucho que decir sobre las niñas mandonas que llaman a sus tiburones Rachel Rose... pero el tema de las rupturas llama insistentemente a mi puerta.

Primero fueron los problemas en el paraíso de Anne, después de Julia y ahora se me acumulan. No he podido contrastar la información que sentenciaba tan rotundamente el orondo Sudafricano con todas ellas, pero me consta que muchas coinciden en que el peor momento es nadar a contracorriente.

Mientras nadas con un fin, todo tiene sentido, pero cuando te das cuenta de que estás a la deriva y de que ese camino no te lleva a ninguna parte, te falta el aire, sientes que te ahogas. Eres consciente de que llegarás a la orilla en algún momento...¿cuando? ¿Quién te mandaría nadar hacia la boya? La cosa se pone peor, tienes el viento en contra, y pensar que sería tan fácil dejarse arrastrar por el viento, dejar que todo siga su curso... Demasiado tarde, ya te has dado cuenta de que lo que quieres es estar en la orilla. (Y eso que los de la orilla sólo quieren echarse al agua).

También hay quien piensa que lo peor es decirlo, verbalizarlo...puede que sea mi caso, pero eso es sólo porque cuando trato de explicarme tiendo a complicarme con metáforas que sólo me resultan gráficas a mi misma.

Las valientes Rachel Rose, han emprendido el camino hacia la orilla, vuelven a la casilla de salida con la cabeza muy alta, y aquí las espero yo, con un par de manguitos pa´ lo que haga falta.


pd. el dibujo es de Luis Alberto López fernández

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