SÍNDROME DE LA INSEGURIDAD ADQUIRIDA


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-Había un chaval en mi campamento con un 'bracillo tonto' y le podías decir lo que quisieras del brazo pero si te metías con lo peludo que era, el tipo se volvía loco.

-¡Siempre hay un defecto de la gente con el que no te puedes meter!

-Deberíamos decirlo, para dejarlo claro...

-Sólo se me ocurre lo de Esther y las gafas, que como se metían con ella de pequeña, siempre lo llevó fatal
-Que tontería,  a mi me llamaban bigotuda, pero me lo pueden seguir llamando.


Que los niños son muy crueles, está claro. Me exaspera que la gente esgrima como argumento en contra de la adopción en parejas homosexuales que los niños se meterán con el hijo... Ya, y con el otro se meten por gordo, y con aquella por los granos, y esta tiene bigote y la de más allá gafas, y al de al lado le huele el sobaco, ese se tiró un pedo en clase, y ese llamó mamá a la profesora, anda que aquel se come los mocos y no te digo nada del chino, el moro, el machupichu y el negro... Si no es una cosa será la otra. El problema está en como te afecte.

Hay quien arrastra complejos desde el cole -como Esther y sus gafas- y hay otros complejos que se adquieren con la vida. Los buenos y sanos se sustituyen por otros, los chungos chungos te pautan la existencia. Pero por lo visto, siempre hay uno más grave que los demás, del que no aceptas burlas. No encuentro el mío, pero estoy dispuesta a preguntar.




Demasiada carne, demasiado poca carne, demasiado peluda, demasiado blanca...bueno, Pongo encontró a Perdita la perfecta, pero en la vida real la que tiene el pelo rizado lo quiere liso y la que tiene las tetas en su sitio se queja de la gravedad a quien las perdió por el camino. Y si ya tu churri es de pechugas y tú andas escasa..apaga y vámonos! (Que digo yo, que más chungo es que sea de cuartos traseros que está comprobado que se les van más los ojos)

¿No es extraño que vayamos perdiendo vergüenza en algunas cosas y ganemos en inseguridad en otras?
No hablo sólo del físico...yo no me considero tímida, pero estuve una semana sin mear en el trabajo -y sabe dios que me meaba mucho- por no preguntar donde estaba el baño... (Aunque eso es el colmo de los colmos y para otras cosas tengo más cara que espalda.)

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