UNA SERIE DE CATASTRÓFICAS DESDICHAS


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Te levantas una mañana con la luz del día, que no debería estar ahí. 
Mierda! El despertador no ha sonado. Te lanzas dentro de la primera camiseta que ves. Te lavas los dientes y observas con impotencia la indeleble mancha blanca sobre tu camiseta negra, pero no hay tiempo para cambiarse, ya fingirás que no sabías que estaba ahí cuando alguien pregunte. Te abrasas la lengua con el único sorbo de té que te da tiempo a dar.


 Sales a la calle y está lloviendo.Temes por tu pelo que no debe ser mojado o se convierte en un gremlin, pero a medida que avanzas por la calle te das cuenta de que deberías haber temido por tus deportivas donde tus tres pares de calcetines chapotean la mar de a gusto. 

Ves el autobús arrancar y el cruel conductor, no contento con dejarte maldiciendo bajo la lluvia, te arroja un tsunami de agua negra. Genial, puede que ese barro radioactivo consiga borrar la mancha de pasta de dientes. No, parece que no, sigue ahí, impertérrita. 


En lo que esperas al siguiente autobús preguntándote por qué no te sacarías el carnet cuando tenías 18 años, confías en que tu ropa interior se mantenga seca.
En el largo trayecto rezas porque hoy sea uno de esos días extraordinarios en que los funcionarios se hayan levantado con buen pie.

Llegas a tu destino y descubres cómo puede empeorar tu día en un mismo marco espacio-temporal. Recorres durante 3 horas un edificio de 7 plantas subiendo y bajando escaleras en busca de formulario 131 y la forma amarilla. Después de jugar a Astérix con la burocracia, consigues tu objetivo: un papel sellado.
Respiras de alivio y vuelves al hogar, deseando amputarte tus gélidos pies que empiezan a desobedecer tus órdenes.

En el camino de vuelta, te encuentras con un gato blanco que corre agresivamente hacia a ti, profieres insultos e inicias una carrera histérica. Puedes oír como se acerca. Muerta de miedo ante las inminente garras de una bola de pelo, te giras para constatar que finalmente la bolsa -sí, he dicho bolsa- te ha alcanzado. Ignoras la mirada ojiplática de tu vecino mientras mesas tus cabellos gremlin como si nada hubiera ocurrido. ¿Me habrán subido las dioptrías? 

Llegas a casa, miras el calendario y te das cuenta de que has olvidado felicitar el UUUAAAIIIYYAAA a tu amiga Marianne, con la que celebras un aniversario ficticio el 14 de febrero.

Para convertir tu día en algo productivo te dispones a liberar tu escritorio de la ropa que lo ha vuelto invisible y...BUM, por quinta vez consecutiva en lo que va de semana has olvidado que tu techo tiene pendiente y has añadido un nuevo chichón a la colección.

Le cuentas a alguien tu día y mientras se descojona de tu infortunio trata de consolarte con un: Míralo por el lado positivo, hoy no te ha cagado ningún pájaro, podría haber sido peor...Y piensas: Grfrgñgrfr claro que podría haber sido peor, todos mis seres queridos podrían haber sido arrastrados por un tornado hacia las fauces de Godzilla pero, también podría haber sido mejor!

Por fin llega la noche y puedes meterte en la cama, pensando que mañana sea otro día. (Y tanto, mañana a estas horas estaré volando a Amterdam)

¿Soy sólo yo, o hay gente con mala suerte?

Lo mismo es como cuando juegas a "Cosas que le pasan a todo el mundo pero que nadie cuenta" y acabas un minuto sin amigos:
- Fingir que el pedo proviene de otro culo.
- Caerte en público, fracturarte todos los huesos de la pierna, levantarte dignamente y responder: Que va, no me he hecho nada
- Hacer que escuchas a alguien mientras piensas cuantísimo te meas.
- Darte cuenta de que vas en la dirección equivocada y girarte 180º en medio de la calle.
- Justificar por qué llevas las ropa del día anterior como si fuera un hecho extraordinario cuando generalmente sueles repetir sólo que con gente distinta.
- Contestar el saludo de alguien que no te hablaba a ti y fingir que mirabas a alguien detrás suyo.
- Dormirte en el metro y despertarte con tu propio ronquido.
- Empecinarte en defender algo aunque sepas que te has equivocado.
- Escupir mientras hablas y observar el resultado en el pelo/ropa del interlocutor.
- Mear y que se te caiga la Game Boy al váter. 

-... Minuto sin amigos...

  1. Ánimo, ese tipo de cosas nos pasan a todos alguna vez.
    Luego a algunos les pasa de vez en cuando... y a unos pocos les pasa muy a menudo, que ahora recuerdo la entrada de "Desviaciones Sociales" y veo cierta tendencia...

    Si te sirve de consuelo, lo de la Game Boy me suena mucho. Aunque en mi caso fue el móvil y justo antes de ponerme a mear.
    A cambio, fue en el trabajo, y te aseguro que no doy un duro por la higiene de algunos compañeros.
    Eso sí, lo saque enseguida, lo desmonté y lo sequé a conciencia, y aun funciona (aunque está recién jubilado)...

    Que lo pases bien en Amsterdam, estupenda ciudad sin duda.

    Saludos.

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