MITOS Y LEYENDAS


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A mi madre le pasa con las zanahorias y los escritores suecos de misterio. Y a mi con los personajes históricos: se llama obsesión. (no es amor, no es amor. Perdón, es inevitable.)
No os vayais a creer que es con todos. Colón, Felipe II o Trostky me producen la misma inquietud que el número de consonantes repetidas en la palabra Massachussetts.
Soy tan adicta a Sissi, Ana Bolena y Elvis como a las series americanas de gente guapa y rica o a las películas de fin de semana de antena 3.

Biografías, pelis y datos absurdos: Ana Bolena tenía 6 dedos, Sissi estaba enamorada de Madeira, Corfú y Hungría y Elvis nació en Tupelo, Mississipi (¿cuántas s? ¿cuántas p?)...Así se manifiesta mi mitomanía sana curiosidad. 
Podría ser peor, conozco a un portorriqueño llamado Elvis, porque su madre compartía obsesión conmigo. O lo que es más espeluznante, una chica llamada Arwen por la elfa del Señor de los Anillos y su hermano, Brian por La vida de idem.
(También conozco a un señor llamado Sandalio pero ese es otro cantar).

Hace unos días, me vi obligada a responder una serie de preguntas en la absurda aplicación de Facebook para averiguar quién afirmaba tan tajantemente que alguna vez me había hurgado la nariz en público. Respondí dos preguntas sobre Elvis. Que ayer me escribía un mensaje diciendo que se había acordado de mí viendo La mujer pantera. 
Suena más insinuante de lo que es. 

Conocí a Elvis en Nueva York. Vivía de alquiler en la casa en la que yo me alojé un verano. Compartíamos chaladuras varias bajo la luna, rodeados por el humo de nuestros cigarros y alumbrados por las luciérnagas de Queens. 
Suena mucho más insinuante de lo que fue.
Yo no albergaba ningún tipo de sentimiento hacia él, y sinceramente, desconozco si él lo albergaba hacia mí.
Tras negarle tres citas, finalmente fuimos juntos a ver Qué verde era mi valle en Briant´s Park.
De ahí que se acuerde de mí por una película, ahora bien, lo de la mujer pantera escapa a mi entendimiento.

Puede que mi tendencia mitómana me afecte a la hora de encumbrar a la gente en pedestales pero jamás afectará a la denominación de mis retoños. Si mis perros acaban llamándose Pricilla Presley o Chandler tampoco es tan grave, ¿no?
Empieza la tercera película de antena 3.

  1. Meterse el dedo en la nariz en público?... nunca digas nunca jamás.

    Me gusta ti estilo. Volveré a leerte.

    Saludos.

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