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AULLANDO A LA LUNA


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Claro. Ahora todo el mundo ha hecho suya la teoría de la influencia de los ciclos lunares en los comportamientos humanos. Hace unos años me trataban de loca o lo achacaban a uno de mis brotes verdes; pero ahora hasta tratan de convencerme de mi propia teoría.

De verdad. No es necesario. Llevo años comprombando cómo las lágrimas me acuden a los ojos por motivos de peso como perder un autobús, cómo puedo devorar un jabalí y medio o cómo puedo transformarme en otra persona coincidiendo con las fases completas de la luna: llena o nueva. ¿Casualidad o causalidad?

Pues si tenemos en cuenta que los ciclos lunares rigen las mareas, que el cuerpo humano es un 80% agua y que los ciclos menstruales son también de 28 días (como la rehabilitación de Sandra Bullock) no parece que haya mucho lugar a la coincidencia. (Señoras mías, las reglas no se "contagian" sino que nuestros ciclos coinciden: o eres de llena o eres de nueva)

El otro día, el Fotógrafo me comentaba entre flashes sus apremiantes ganas de partir la pana americana que achacaba sin reparos a una avanzada fase lunar, mi prima adjudicaba su parto al día de luna llena y yo me acabo de enterar de que aún queda una semana y yo no he parado de comer en cuatro días. Literalmente. 


Al cierre de esta edición me comunicaban las inmensas posibilidades de que algún científico de bien haya publicado antes esta teoría con pruebas fehacientes. Ah! Y que Sócrates y Platón (o era Aristóteles?) comían hummus.... Está por ver si tres tarrinas en un día o es un récord personal...

HÉROES


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Como Belisa Crepusculario, yo también -aunque con menos tino- trabajo con palabras. Las aprendo de día, las vendo de tarde, las practico a todas horas (me llamo lola y soy adicta a los crucigramas) y las olvido de noche.
No es de extrañar que cuando últimamente suena el teléfono rojo, no encuentro mi billete a Moscú. 
-Allo?
-[Burdas frases sin sentido a medio camino entre el Dr Amor y la Señorita Francis.]

Será por el jet lag -¿me sirve de excusa que vengo de Mozambique?-o porque estoy agotando las palabras en mi haber. Será que digo tanto que a veces peco de redicha y puedo oir la colleja de mi madre a la voz de "supiosa!" (lo que viene siendo sabihonda en su lenguaje propio).
Me dejo tantas letras en todos los pasatiempos de todas las publicaciones diarias nacionales que cuando quiero hablar solo balbuceo metáforas insípidas. Así que recurro a la teoría de los pasos, made in Michael Ende.

Cuando salgo a andar y estoy cansada, cuando me agoto tras un largo nadado, cuando paso por la peor etapa de mi vida y cuando no me salen las palabras, pienso en Beppo Barrendero.

"Ves, Momo? A veces tienes ante ti una calle que te parece terriblemente larga que nunca podrás terminar de barrer. Entonces te empiezas a dar prisa, cada vez más prisa. Cada vez que levantas la vista, ves que la calle sigue igual de larga y te esfuerzas más aún, empiezas a tener miedo, al final te has quedado sin aliento. Y la calle sigue estando por delante. Así no se debe hacer. Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Hay que pensar en el paso siguiente, en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida. Entonces es divertido: eso es importante, porque entonces se hace bien la tarea. Y así ha de ser. De repente, se da uno cuenta de que, paso a paso, se ha barrido toda la calle. Uno no se da cuenta de cómo ha sido, y no se queda sin aliento."

Los miopes no vemos el final del camino así que habrá que concentrarse en cada barrida.
Y hasta aquí puedo escribir.


pd. hoy es el Señor Blogger quien decide los colores por mi...¿?¿?