DE CULO Y CUESTA ABAJO


.

-¿Por qué no tenemos historias qué contar?
-¿Cómo que no tenemos historias qué contar?
-Si juntas nuestras historias...
-...escribes un blog?

Una podría pensar - y pensó- que arpías, sabios y demás familia podrían haberse enfadado al ver sus nombres y anécdotas publicadas por ahí: pero lo cierto es que, a falta de pegas, me sobran los apoyos. Aunque no consigo que las arpías colaboren en un estudio de campo, otras se entregan a la causa. Así que esta entrada va dedicada a Julia que, aunque me ha abandonado vilmente física y sentimentalmente -la tía ya se está zurciendo calcetines con su nuevo hilo- aún se acuerda un poco de mí.

Creo que ya sé lo que se propone regalarme para mi 18 cumpleaños (puede que no cumpla 18, pero puesto que aún me los siguen echando, digo yo que podré creérmelo): una almohada culo. (En su otra versión, 'El Torso', espero)
Todo empezó con mi madre y su manía de llamarme culo o pellizcarme el idem, de ahí pasé a considerar culo como apodo cariñoso más interesante que neni o tron, y ahora, todo son culos, yo soy un culo, ellas más y ahora me los ofrecen.
Pregunta Julia: ¿nos hemos vuelto locos por un abrazo?
Contesta Lola: no recuerdo la última vez que me abrazaron... ¿tengo que esperar a mi cumpleaños para conseguir que un culo me abrace?

Publicar un comentario