Mostrando entradas con la etiqueta bar. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta bar. Mostrar todas las entradas

DESPROPÓSITOS DE AÑO NUEVO


.

Si Adriana Lima puede pedir conocer al Dalai Lama ¿por qué yo no puedo pedir conocer a alguien que merezca mínimamente la pena? Claaaro, el sempiterno 'no te toca'. Pues no me tocó hace años cuando llevaba otros tantos a dos velas y me sigue sin tocar ahora que colecciono cirios pascuales. ¿Por qué siempre es el turno de Mengana, amasadora de hilos o de Fulana que siempre fue un poco suelta? No es justo.

Y no hablo de un erasmus-italiano-llamado-Antonio cualquiera que trate de rodearme la cintura mientras me saluda por primera vez en su vida o de un Larry-neoyorquino-de-50 años-casado-con-Susana-de-Guadalajara que trague toneladas de saliva cuando le digo que tengo 16 años (¡¡y se lo cree!!). Hablo de alguien.

Lo dicho. Si Adriana Lima puede pedir conocer al Dalai Lama, yo me puedo pedir lo que me de la gana. ¿Qué pasa que cómo está buena puede pedir lo que sea? Bueno, pues yo empiezo por pedir algo de buenorridad que está muy mal repartida y se ve que con eso se llega a todas partes. Y de segundo, tiempo. Para aporrear teclas para mis dos lectores contados o para tirarme a la bartola. (interprétese como se quiera) De postre, viajar. Y como yo siempre he sido de digestivos, cambio el licor de café habitual por fuerza para mis arpías que, ya que acabamos el año adentrándonos en la boca del lobo, podamos ver la luz con nuevo ganado. No se quién nos cargó las copas con 'fenómeno EX' o quién nos imantó los abrigos al pasado pero... basta ya de tanta tontería.

HOLA, ESTÁS SOLA


.

Hache es una de esas personas que rezuma carisma. Mi abuela dice que todo el mundo la quiere y le hace caso, y ella dice que eso es porque siempre tiene razón.  Este verano, convertidas en Thelma y Louise por la estepa castellana -Quién quieres ser?-le pregunté yo. La pringada no, la lista.-contestó ella. Pero entonces yo me quedo con Brad Pitt. Bien, yo conduzco.- hemos arreglado el mundo, hemos hablado de todo y de todos, menos de nosotras. Otra cosa que tenemos en común, además de la soltería, aunque en muy distintos grados.

El otro día, por exigencias del trabajo, tuve que resignarme a hacer algo que nunca habría pensado que haría. Hablamos de alguien a quien no le da verguenza comer sola o ir al cine completamente idem. Pero, ¿un bar? Allí con mi mojito en la mano y tras haber agotado mi agenda en menos de un minuto (¿cómo es de triste no conseguir que ninguno de tus escasos contactos acepte pasar una tarde de copas gratis?) no tenía más que hacer que pensar y fingir que sola era una circunstancia y  no un estado.

"Un barco, Lola. Necesitas a alguien con un barco. Un viejo que nos lleve a Saint Tropez. Aunque vamos a necesitar otro bikini." Esa frase me asaltaba la mente mientras me atragantaba por culpa de un viejo que me había guiñado un ojo. Repasé mi atuendo: tan poco atractivo como de costumbre. No había peligro alguno de que me hubiese confundido con una mujer de vida alegre. Después de todo, había mucho de vida triste en esa pringada con mojito. Muerta de risa ante la posibilidad de preguntarle si tenía barco, por primera vez en mi vida no vi venir una cámara de fotos.

Con los años he desarrollado unos superreflejos para evitar ser captada por ningún tipo de objetivo que, por primera vez, fallaron. Afortunadamente reaccioné antes de que me disparara:
-¿No?
-No, por favor
-Bonitos rasgos
-Mmm
-Estás sola
Estoy segura de que fue una pregunta pero resonó a afirmación.