LA LLAMADA DEL AHORRO


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Tic Tac. Será porque los relojes en mi casa guardan polvo en un joyero recóndito, porque el único reloj que estoy dispuesta a llevar es uno que cuelgue de mi cuello o porque mi abuela siempre adivina la hora sin necesidad de uno, el caso es que se trata de un objeto que me es completamente indiferente. Vamos, que me la pica.

En mi verano, sentada a tiempo parcial en el trabajo y en el asiento de copiloto de Hache llegamos a la inquietante conclusión de que para odiar las relojes determinan bastante nuestra vida. Tic tac, el reloj biológico. Por si las mujeres no teníamos suficiente con la llamada de la naturaleza, la sociedad, tan sabia ella se sirve de otro para seguir presionando. Las niñas de 15 años morrean con cualquiera para no sentirse dejadas de lado, las niñas de 20 empalman guatemala con guatepeor y las no-tan niñas de 30 juegan a las casitas con el primero que pasa porque cientos de personas les inculcan cada día que no tener pareja es sinónimo de soledad. Empezando por las abuelas, siguiendo por las madres y acabando por las amigas, objeto todas ellas de las mismas presiones. Un círculo vicioso imparable que desemboca en la invención de los divorcios express y las adolescentes de 50 años.
-Hija, no quiero que te quedes sola.
-Ves, hasta tu amiga Mengana se casa.
-¿Por qué no te enrollas con ese?

La llamada del ahorro es igual de terrorífica que un erizo cantanto en tu oreja y está ahí cual canto de sirena recordándonos lo angustioso de la soledad.  ¿Qué fue de aquello de "mejor sólo que mal acompañado"? Se quedó en la teoría, porque no soy ni la primera ni la última que se ha conformado (esa es la palabra) con un tío, por tener algo. La primera pista es sorprenderte convenciendote de una relación: aferrarse a un clavo ardiendo (esa es la expresión) y acabas, por supuesto, quemada.
Cruzo todas las extremidades de mi cuerpo para no caer, que la desesperación es muy mala y yo estoy muy loca.

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