ANUNCIOS CON TACTO I
29.de
Desvaríos de una antropóloga frustrada, aventuras de un aquelarre y desventuras de un sanedrín... como la vida misma: impar.
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¿Eres Lola?
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Claro. Ahora todo el mundo ha hecho suya la teoría de la influencia de los ciclos lunares en los comportamientos humanos. Hace unos años me trataban de loca o lo achacaban a uno de mis brotes verdes; pero ahora hasta tratan de convencerme de mi propia teoría.
De verdad. No es necesario. Llevo años comprombando cómo las lágrimas me acuden a los ojos por motivos de peso como perder un autobús, cómo puedo devorar un jabalí y medio o cómo puedo transformarme en otra persona coincidiendo con las fases completas de la luna: llena o nueva. ¿Casualidad o causalidad?
Pues si tenemos en cuenta que los ciclos lunares rigen las mareas, que el cuerpo humano es un 80% agua y que los ciclos menstruales son también de 28 días (como la rehabilitación de Sandra Bullock) no parece que haya mucho lugar a la coincidencia. (Señoras mías, las reglas no se "contagian" sino que nuestros ciclos coinciden: o eres de llena o eres de nueva)
El otro día, el Fotógrafo me comentaba entre flashes sus apremiantes ganas de partir la pana americana que achacaba sin reparos a una avanzada fase lunar, mi prima adjudicaba su parto al día de luna llena y yo me acabo de enterar de que aún queda una semana y yo no he parado de comer en cuatro días. Literalmente.
Al cierre de esta edición me comunicaban las inmensas posibilidades de que algún científico de bien haya publicado antes esta teoría con pruebas fehacientes. Ah! Y que Sócrates y Platón (o era Aristóteles?) comían hummus.... Está por ver si tres tarrinas en un día o es un récord personal...
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Mi madre tiene una manera muy peculiar de explicar las cosas. De pequeña solía decirme que el pus eran los leucocitos muertos en la batalla, por lo que cada vez que enfermaba me tendía en la cama con un pañuelo mojado sobre la frente para aliviar el peso de la fiebre, y arengaba a las tropas para que no decayeran los ánimos en el fragor del combate contras los Estreptococos en su conquista de Anginas Hipertróficas. Desde que Hache me explicó que el dolor es lo que queda cuando la esperanza claudica, no me permito bajar la guardia ni un segundo. No es la mejor etapa de mi vida y a falta de amigas dispuestas a echar una mano en las labores de distracción, desde anoché decidí lanzarme a la actividad que más me desagrada en el mundo después del ejercicio físico de gimnasio: la socialización.
Tomé la determinación tras comprobar que salir con amigas que sólo estan esperando el momento de irse a casa puede no resultar del todo satisfactorio, así que hice mutis por el foro y me dejé secuestrar por dos gallegos andantes que me acogieron bajo su ala pensando que era menor de edad, para resultar ser mayor que ambos.
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