HOLA, ESTÁS SOLA


.

Hache es una de esas personas que rezuma carisma. Mi abuela dice que todo el mundo la quiere y le hace caso, y ella dice que eso es porque siempre tiene razón.  Este verano, convertidas en Thelma y Louise por la estepa castellana -Quién quieres ser?-le pregunté yo. La pringada no, la lista.-contestó ella. Pero entonces yo me quedo con Brad Pitt. Bien, yo conduzco.- hemos arreglado el mundo, hemos hablado de todo y de todos, menos de nosotras. Otra cosa que tenemos en común, además de la soltería, aunque en muy distintos grados.

El otro día, por exigencias del trabajo, tuve que resignarme a hacer algo que nunca habría pensado que haría. Hablamos de alguien a quien no le da verguenza comer sola o ir al cine completamente idem. Pero, ¿un bar? Allí con mi mojito en la mano y tras haber agotado mi agenda en menos de un minuto (¿cómo es de triste no conseguir que ninguno de tus escasos contactos acepte pasar una tarde de copas gratis?) no tenía más que hacer que pensar y fingir que sola era una circunstancia y  no un estado.

"Un barco, Lola. Necesitas a alguien con un barco. Un viejo que nos lleve a Saint Tropez. Aunque vamos a necesitar otro bikini." Esa frase me asaltaba la mente mientras me atragantaba por culpa de un viejo que me había guiñado un ojo. Repasé mi atuendo: tan poco atractivo como de costumbre. No había peligro alguno de que me hubiese confundido con una mujer de vida alegre. Después de todo, había mucho de vida triste en esa pringada con mojito. Muerta de risa ante la posibilidad de preguntarle si tenía barco, por primera vez en mi vida no vi venir una cámara de fotos.

Con los años he desarrollado unos superreflejos para evitar ser captada por ningún tipo de objetivo que, por primera vez, fallaron. Afortunadamente reaccioné antes de que me disparara:
-¿No?
-No, por favor
-Bonitos rasgos
-Mmm
-Estás sola
Estoy segura de que fue una pregunta pero resonó a afirmación.

LA LLAMADA DEL AHORRO


.

Tic Tac. Será porque los relojes en mi casa guardan polvo en un joyero recóndito, porque el único reloj que estoy dispuesta a llevar es uno que cuelgue de mi cuello o porque mi abuela siempre adivina la hora sin necesidad de uno, el caso es que se trata de un objeto que me es completamente indiferente. Vamos, que me la pica.

En mi verano, sentada a tiempo parcial en el trabajo y en el asiento de copiloto de Hache llegamos a la inquietante conclusión de que para odiar las relojes determinan bastante nuestra vida. Tic tac, el reloj biológico. Por si las mujeres no teníamos suficiente con la llamada de la naturaleza, la sociedad, tan sabia ella se sirve de otro para seguir presionando. Las niñas de 15 años morrean con cualquiera para no sentirse dejadas de lado, las niñas de 20 empalman guatemala con guatepeor y las no-tan niñas de 30 juegan a las casitas con el primero que pasa porque cientos de personas les inculcan cada día que no tener pareja es sinónimo de soledad. Empezando por las abuelas, siguiendo por las madres y acabando por las amigas, objeto todas ellas de las mismas presiones. Un círculo vicioso imparable que desemboca en la invención de los divorcios express y las adolescentes de 50 años.
-Hija, no quiero que te quedes sola.
-Ves, hasta tu amiga Mengana se casa.
-¿Por qué no te enrollas con ese?

La llamada del ahorro es igual de terrorífica que un erizo cantanto en tu oreja y está ahí cual canto de sirena recordándonos lo angustioso de la soledad.  ¿Qué fue de aquello de "mejor sólo que mal acompañado"? Se quedó en la teoría, porque no soy ni la primera ni la última que se ha conformado (esa es la palabra) con un tío, por tener algo. La primera pista es sorprenderte convenciendote de una relación: aferrarse a un clavo ardiendo (esa es la expresión) y acabas, por supuesto, quemada.
Cruzo todas las extremidades de mi cuerpo para no caer, que la desesperación es muy mala y yo estoy muy loca.